Praga. Octubre 2.020.  Primer viaje no sabemos bien si de la nueva normalidad o de la era Covid19 aun.

Aeropuerto vacio. Sensación fantasmagórica. Tiendas cerradas. Avión medio vacío. Normas de seguridad muy seguras dentro de lo posible. Atrás quedaron los tiempos de filas, agobios y “viajes low cost”.

Praga espera vacía de turistas como antes nunca se vio.

En el anterior viaje a Praga que realizamos en Semana Santa de 2017 prácticamente era imposible cruzar el puente de Carlos V de la multitud y las colas para las visitas de los lugares turísticos eran de demenciales.

Con el PCR negativo y con hoteles de 5 estrellas ultra baratos, aterrizamos en una gran capital para comprobar in situ el efecto pandemia. Hoteles y restaurantes con capacidad para decenas de miles de personas vacíos o cerrados. No encontramos turistas excepto turismo local. Un nuevo concepto de viaje.

Praga se nos presenta vacía aunque con bastante movimiento de gente local.

Prácticamente no se ven turistas. Nuestro primer destello de la ciudad de las 100 torres, La Torre de la Pólvora,  uno de los edificios históricos más famosos de Praga, de gran belleza y en excelente estado de conservación. Sensación rara incluso de vergüenza al ser de los pocos turistas haciendo fotos. De ahí, recto hacia la plaza de la Ciudad Vieja. Exenta de turistas, su belleza impresiona más que nunca. Una plaza que suele estar abarrotada y llena de miles de turistas nos la encontramos despoblada.

Vislumbramos el espectacular y  famoso reloj astronómico de Praga recién restaurado. El Reloj medieval situado en la fachada del ayuntamiento deslumbra como nunca con su complejidad. Justo para la hora en punto nos muestra los doce apóstoles bailando cuando marca las horas en punto.

Nos encaminamos al famoso puente de Carlos V. De nuevo impresionados por su belleza pero sobre todo por la ausencia de turistas y los masificaciones habituales.

El puente de piedra, posiblemente, más emblemático del mundo nos une con la “Ciudad Nueva de Praga”, con sus artistas callejeros. Brilla un sol magnifico, acompañante leal de los viajes de Florida Travel. Lucen las estatuas como nunca, con el Castillo y La Catedral al fondo. De los bajos de este puente salen todos los cruceros por el rio.

“Es interesante separar las visitas de la Ciudad Vieja y la Ciudad Nueva en dos días diferentes ya que ambas dan de sí para dos visitas intensas”

Con una visita rápida por el barrio Judío con sus dos sinagogas, la Nueva-Vieja y la Española, el cementerio, sus calles de boutiques de lujo y la típica foto en la estatua de Franz Kafka damos por finalizada la jornada.

Por salir un poco de las típicas visitas turísticas decidimos subir a la torre de observación Petrin  (378 m), muy parecida a la Torre Eiffel, que brinda una excelente vista panorámica de Praga. Combinada con una caminata cuesta arriba para abrir el apetito siempre viene bien para aquellos que les gusta caminar.

Visitas también imprescindibles al museo Fraz Kafka, el muro de John Lenon y la calle más pequeña del mundo con semáforo para viandantes.

Destacar el poder degustar una comida, sin reserva, en el restaurante con más espectaculares vistas al puente Carlos, cosa ardua imposible en otros tiempos. Restaurantes con capacidad para 100-200 personas vacios auguran un futuro triste para el turismo de masas.

Siguiente visita al castillo de Praga y la Catedral. Con autobús para nosotros solos y más de 30 días sin poder hacer una visita guiada, nuestro guía disfrutó la visita tanto como nosotros.

Aunque en esta ocasión no los hicimos, por la experiencia de los 2 viajes anteriores a Praga, las atracciones como el Teatro Negro o el crucero por el rio Moldava no son nada significativas y no dejan de ser una mera atracción turística con poco sustento, siempre, en mi opinión personal. Como en esta vida hay que probarlo todo pero sirvan esas palabras para ir advertidos. Hay cruceros más bonitos en otras ciudades que el de Praga y espectáculos más atractivos que el famoso teatro negro.

Para completar nuestro cuarto día en Praga, (3 días son suficientes para la capital), nos decidimos a visitar Karlovy Vary. Lejos, y con una comunicación pésima en tren, solo el autobús o en coche privado era la opción posible. La pequeña ciudad nos sorprendió al amanecer, de nuevo, un día esplendido y soleado para poder disfrutar de una ciudad meramente turística para nosotros solos. Un paseo agradable para rellenar un cuarto día.

Como conclusión y a pesar de estar harto de masificaciones y turismo “low cost” las ciudades sin turismo se llenan de tristeza. Falta la vida, el trajín diario y normal al que desgraciadamente estábamos ya acostumbrados.  Este respiro al turismo y al planeta marcará un antes y un después y posiblemente genere una selección natural en el nuevo turismo del futuro. Se abogaba por un turismo de calidad y en primera instancia así será con este reset y este empezar de cero se dará una salto en las formas seguramente demás de 20 o 30 años.

Nos despedimos del turismo tradicional hasta Dios sabe cuando. Ya nada volverá a ser como antes.

Video foto-montaje ->  https://youtu.be/WwCw6f7JAII

Rafa Lillo.